Tenemos un gran idioma. Y por eso el entrenador bien podría haber usado valentía, bravura, intensidad, arrojo, arrestos, carácter, coraje, agallas… Ya sé que el significado no es equivalente, y que incluso esos pequeños matices que marcan la diferencia son los que demuestran el dominio de un idioma. Ya sé que es difícil para un extranjero utilizar cada una de esas palabras con propiedad, y él lo es. Ya sé que una mujer nunca utilizaría algo tan simple como “pelotas” para describir ese algo inexcusablemente necesario (al parecer) para ganar un partido de competición en una cancha, su terreno, de baloncesto.
Que el lenguaje es sexista ya lo sabemos, hay cientos de ejemplos que nos describen con absoluta expresividad cómo podemos pasar del aplauso y la admiración a la más absoluta bajeza con solo pasar el sustantivo del masculino al femenino. Y no voy a explicitar aquí algunos de ellos, basta con que recuerden algunos de los muchos que conocen y me darán la razón.
El origen de esta líneas está en la aclaración que hizo a la prensa, al parecer también imprescindible, un entrenador de un equipo de baloncesto masculino de División de Honor de la Liga Nacional de Baloncesto, como explicación de la motivación que había aportado a sus jugadores durante el partido: les había pedido “pelotas”.
Y me pregunto muchas cosas. La primera y obvia es si ese tipo de argumento tiene alguna base estratégica o táctica. La segunda es que si quien sostiene esas razones lo justifica con hechos basados en la evidencia, es decir, los resultados previamente alcanzados gracias a ellas. La tercera, y también obvia, si un entrenador con estas formas, por muy renombrado que sean él y su equipo, pero con una argumentación así, puede serlo también de un equipo infantil, uno junior, alguno de niñas o mujeres de cualquier edad, o, sin más, uno masculino de adultos, que acepte de buen grado que todos sus años de aprendizaje y entrenamiento son insignificantes comparados al empuje explícito y al parecer decisivo que parece provenir de las pelotas.
Es preocupante que este tipo de comentarios proceda de personas que son escuchadas y seguidas en los medios de comunicación por miles de aficionados a un deporte o un equipo, muchos de ellos en edad de educación social incipiente y, como se está demostrando, bastante precaria en valores. Es preocupante también que un entrenador no sea capaz de motivar pidiendo a sus jugadores nada más y nada menos que valentía, bravura, intensidad, arrojo, arrestos, carácter, coraje o agallas, bellas palabras que no saben de género y sí de sacrificio y entrega.
Angeles Jiménez
Publicado 14/12/2012