Dejadnos en paz

No salgo de mi asombro. Necesito repasar el título del artículo para confirmar que sí, que nos han dedicado, a nosotras, las mujeres, una doble página en el periódico generalista de mayor audiencia del país. Nos demuestran constantemente tanto desinterés quienes deciden los temas de las noticias en los distintos medios que disponer de tanta notoriedad se me antoja lujurioso y hasta audaz.
Pero hasta aquí la fase de asombro, a partir de aquí, la de mosqueo porque vuelven a las andadas. Un título como «Más hormonas para la menopausia» no hace sino abrir la puerta para aquellos que siempre han pretendido demostrar la minusvalía femenina asociada a una simple y absolutamente natural proceso fisiológico como es la menopausia. Continúan la guerra que emprendieron (y parecía derrota conseguida) y necesitan de remeros amables que empujen la corriente mediática que convierta el juguete perdido en apetitoso manjar.

El autor retoma punto a punto las costumbres que creíamos perdidas y a prueba de nuevos tsunamis: argumentaciones pseudocientificas, comentarios exclusivamente masculinos y tergiversaciones del concepto de enfermedad. Creo que el mejor resumen de la intención es la frase: «una buena noticia para la terapia hormonal», puesta en boca del presidente de la principal sociedad científica implicada. ¿No sería acaso mejor que fuera la mujer la auténtica protagonista y no la terapia? ¿Será acaso que tantos argumentos interesados han ocasionado un severo ataque de confusión cognitiva en el periodista, varón por cierto?

¡Cielos! Yo pensaba que éramos las mujeres quienes pasábamos algún día la menopausia, quienes mejor sabemos lo que implica, quienes más a salvo nos sentíamos por fin de las garras para nada desinteresadas de los tratamientos artificiales. ¿O será que sin la existencia de artificios como las medicaciones la propia asociación científica no tiene razón de ser?

 

Igual no es mi día

Quiero pensar que quienes han recogido nuevos datos (JAMA 2011; 305(13)1305-1314.doi 10.101; también he leído ese y otros más) buscan extraer una verdad (de las muchas posibles en cualquier trabajo científico y más si se atiende a varios más); quiero pensar que quienes se aferran a que la nueva clave está en utilizar solo una hormona, como si el gran secreto se hubiera desvelado por fin, lo hacen pensando en la calidad de vida de las mujeres; quiero pensar que quienes se olvidan de que más tarde o más temprano los tratamientos deberán finalizar no olvidan, conscientemente, que lo que pretendían evitar en ese momento concreto no hace más que trasladarse en el tiempo; quiero pensar que estos varones, que tanto velan por la menopausia, lo hacen por la salud de sus pacientes y no por un puesto en el concurrido liderazgo de la fama y las prebendas profesionales; quiero pensar que nadie movido por intereses económicos les ayuda a encontrar y repetir argumentos, los mismos de años atrás; quiero pensar que quien alude al nivel cultural de las personas, y especialmente en Andalucía (*), para prescribir lo hace con los datos que avalan tan sagaz comentario; quiero pensar que las preguntas que con tanta frivolidad ofrece el periódico contestar en su web: «¿Tiene síntomas de menopausia»? o «¿Cómo los combate?» está seguro de que no son datos personales (que, además, a nadie más importan); quiero pensar que no ha sido la industria farmacéutica quien ha empujado tanto interés por la salud (y el dinerito) de la mujer; quiero pensar que, de verdad, el periódico utiliza un criterio de interés para sus lectores cuando elige el tema (mientras otros tantos se quedan en el tintero…). Pero, no puedo, lo siento, no puedo creer en tantas cosas y las dudas no me dejan dormir.

Y es que me cuesta imaginar por qué, por ejemplo (ejemplo sesgado, lo sé), las noticias sobre los equipos femeninos españoles que han ganado los campeonatos europeos de baloncesto y de waterpolo, más la información del cuadro femenino del Master 1000 de tenis de Madrid, todo junto, no ocupa ni una página mientras que a la menopausia le dan dos en el mismo periódico. Me cuesta imaginar por qué los médicos no se alarman con la misma elocuencia por la falta de actividad física y la mala alimentación que por el hecho de que las mujeres no nos dejemos tratar tan alegremente como desearían. Pero si me cuesta tanto, quizá es que, simplemente, hoy no es mi día.

Angeles Jiménez

Publicado por primera vez 20/5/2011 

(*) Transcripción del artículo citado al que no quiero dar más publicidad: “… Estas tasas –se refiere al 15-20% de las mujeres- eran el objetivo ideal de la Asociación Española de Estudio de la Menopausia antes de que se paralizara el ensayo estadounidense. Por entonces, en España se había alcanzado un 8% cobertura que, debido a los efectos de la interrupción del WHI, ha caído en picado hasta el 1%. “Ha bajado a niveles preocupantes, lo que se nota especialmente en zonas donde el nivel cultural es más bajo que la media, como sucede en partes de Andalucía”, reflexiona N. M. profesor de Ginecología y Obstetricia de la Universidad de Granada y expresidente de la Asociación Andaluza para el Estudio de la Menopausia».

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