Anoche tuve un sueño

¡Menudo susto! Menos mal que he tardado apenas unos segundos en darme cuenta de que había sido simplemente un sueño, una singladura onírica y, por tanto, tan pasajera como el elixir de una noche. Aunque, mirándolo bien, igual,… Si sonrío aún es que mi extraño manifiesto rebelde no ha estado tan mal. Vale, está bien, se lo voy a contar.
Soñé, qué fastuosa ilusión, que vivíamos en un nuevo mundo donde la democracia había evolucionado tanto que la representación política eran por circunscripción y todos los cargos se ganaban por oposición. Sí, así, como les digo: por oposición pura y dura. Bueno, es verdad que tampoco ahora son tantos. En realidad, elegimos a los senadores y a los cabezas de lista para el Congreso, los parlamentos autonómicos y las alcaldías; los demás, no nos engañemos, los escogen ellos a dedo.

Divertida como pocas noches y haciendo de curiosa inquisidora averigüe muchas cosas mientras navegaba por ese bendito lugar tan prometedor. ¿Se imaginan poder conocer por fin a quién demonios elegimos? ¿Se imaginan la satisfacción de escudriñar el curriculum de cada candidato y volverlo del derecho y del revés? “Maravilloso, maravilloso”, que diría cualquier pijo en un día brillante de su inútil existencia.

Las condiciones previas a preparar las oposiciones eran un poco incómodas, lo reconozco. Tres meses trabajando para una ONG que atendía comedores sociales, otros tres meses limpiando montes por 400 euros y, por último, completar el periodo de formación con un trimestre más haciendo cola un par de horas diarias en la oficina de empleo. No era una bicoca precisamente aunque no dejaba de ser una suerte poder preparar las oposiciones disfrutando del aire libre.

Pero lo que más me enorgulleció de mi sueño (como fue mío, míos son los derechos de autora también, no se lo apropien) fue el temario de las oposiciones: un auténtico lujo. Fíjense lo interesante que es estudiar materias tan variadas y tan imprescindibles para trabajar por los demás (porque de eso se trata, ¿o no?) como Macro y Microeconomía, Dirección Financiera, Sentido Común, Ética, Derecho, Gestión o Inglés.

Con las asignaturas de Economía aprendían a saber por fin de dónde vienen y a dónde deben ir esas moneditas de colorines de las que con tanta facilidad se apropian estos políticos de desecho. El temario de Sentido Común no era muy extenso pero sí tenía un par de miles de páginas de ejercicios prácticos, todos sin excepción accesibles para una inteligencia de grado medio. Con la Ética descubrían los misterios de ennoblecer las decisiones para beneficiar siempre a la Persona y no a los partidos. Las nociones de Derecho, necesariamente (era mejor no confundirlos con tanto estudio), no eran muy profundas, bastaba con aprender que la Ley no está para saltársela según las apetencias personales o las de los amigos. En Gestión, ¡ay, ay, ay!, había sido necesario incluir un capítulo especial introductorio que explicaba el significado de la palabreja según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. El libro de Inglés se titulaba, bien lo recuerdo, “Yes, you can”, y dejaba bien claro de entrada que contestar con un “a little” cuando a una/o le preguntan si hablaba inglés, como hizo algún famoso indocumentado, no era un buen comienzo si querían “participar” en las reuniones y no simplemente establecer una cabeza de puente bajo el habitual disfraz de fantasma acatarrado.

No estaba del todo mal tampoco el hecho de que ser el número uno en la oposición solo les daba derecho a ocupar el cargo durante un periodo de prueba de cuatro meses, tras el cual se celebraban las votaciones que servían para destituirlos o confirmarlos por el periodo de cuatro años de cargo. Y de nuevo a opositar, como los demás.

Las pequeñas condiciones a las que se comprometían por obligación, que no por devoción, eran bagatelas comparadas con todo lo demás pero quizá les guste conocerlas también: un examen de test sobre los precios de la cesta de la compra, un curso de formación para aprender sacar tickets baratos en el transporte público, ejercicios variados de pulsación para que ellos mismos pudieran escribir en Twitter y un método simplificado para encontrar el on/off de los audífonos.

Es una pena que los sueños no tengan continuación. Igual encontraba también alguna solución a esta crisis económica y de valores a la que nos ha abocado esta democracia sin oposiciones. Mientras tanto, recuerdo muchas veces que un día muy lejano un amigo me dijo que el dinero se había hecho redondo precisamente para que rodara… Igual es que él también tuvo un sueño.

Angeles Jiménez

Publicado por primera vez 10/9/2012

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