La primera juventud

La personalización de las imágenes tiene un efecto nítido. El Informe Robinson dedicado a deportistas que no han dejado de hacer actividad física a pesar de haber cumplido más de 80 años no me descubre nada pero me reafirma en la creencia del acierto en la elección que tantos hemos hecho en la vida.

Se enredan las palabras en las imágenes pero, a la vez, se muestran las dos, palabras e imágenes, genuinas y completas en una amalgama coherente y ferozmente expresiva. Basta con verlos deslizarse con la suavidad gestual propia de las varias decenas de años en la práctica para saber que nada es de prestado, que su singularidad es única y nacida de la cercanía por esa actividad física de la que se enamoraron muchos años atrás.

Acostumbrada a los ejemplos del día a día, o, mejor dicho, asemejada a mis ejemplos, a los de mis amigos y a los de aquéllos, y sobre todo aquéllas, que me asombran cada día en las calles templadas de la piscina de invierno, no debería sorprenderme lo que veo en el programa. Y, aún así, no puedo evitar un sentimiento de rendida admiración. Los ejemplos que Michel Robinson saca del anonimato -actual, que no en tiempo atrás- nos sobrepasan a todos en muchos años de práctica y en demostraciones inequívocas de tesón y fortaleza física y mental. Nos pasan en arrugas, nos dejan atrás en sosiego –aunque discreto el suyo-, nos enseñan todavía hoy que la mejora siempre es posible y que ese afán apoya la función. Acojo su reflexión como una toma de tierra literal y sin duda ejemplarizante.

 

deporsenaj1214Los amigos también
El hecho de que los deportistas del reportaje pertenezcan a otra generación no les separa un ápice en hechos de la nuestra. Su visión del mundo y esa permanente aplicación en la conquista de metas no guarda secretos tampoco para ninguno de los que conozco. En todos se repiten los procesos de autocrítica y el afán de perfección. Corregir un gesto que por fin se revela inapropiado, o tal vez insuficiente, para rescatar segundos al cronómetro; analizar con precisión el último intento hasta descubrir el punto equivocado de inflexión; o hacer pasar por el felino cristal de la evaluación honesta y nada permisiva la posición corporal o la atención de la mente mientras el golpe se ejecutaba son aditamentos habituales en la mentalidad deportiva. Por tanto, nada nos es ajeno y todo lo compartimos. Descubro detrás de esas escenas a los amigos que, tantas veces dolientes, se encaraman a diario sobre las zapatillas y de cuando en cuando escriben esa pequeña y casi anónima parte de su historia personal recorriendo Nueva York o Boston sobre un par de rodillas forzadas y un fuego interno del todo incomprensible para los demás. Adivino en ellos la misma voluntad de recuperación de aquella heroína reconocible que anticipa con 3 Km de paseo las sesiones de rehabilitación tras cirugía de ligamento cruzado y las concluye doblando la caminata. Muy poco para ellos y un hazaña imposible para los demás.

Algún distraído lector calificaría estos procesos como el rebrote apresurado de la segunda juventud. Nada más lejos de la realidad. Es y será siempre la primera juventud para todos. Quienes mantuvieron el deporte como parte consustancial de sus vidas están y estarán para siempre disfrutando de esta única juventud que conocen. Sencillamente porque nunca han dejado que les abandonase, nunca han dejado la inmersión en ella.

Pero hay más. En aquellos que despertaron a la actividad física en épocas tardías de sus vidas es fácil reconocer la alegría juvenil y adolescente rebosando tenaz y aún sorprendida de los logros y las emociones que hay detrás. Y si por fin perseveran en esta nueva vida –y así lo espero en general- el embeleso tiende a convertirse, para su continua sorpresa, en permanente. No hay, por tanto, opción a una segunda oportunidad porque les basta también con la primera.

Si el tiempo pudiera resbalar y perpetuarse, estoy segura de que todos convergeríamos y poco importaría el cómo, el dónde y mucho menos el porqué. Sencillamente sobran las palabras.

Ángeles Jiménez
Publicado 29/12/2014

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