A contraluz

 

Cualquier imagen es singularmente bella a contraluz. Parece un hecho cotidiano que la mirada a contraluz se deje enamorar por la nitidez de las líneas y la sobria sencillez del contorno sublimado. Quizá estemos de acuerdo en ello.

Pero la falta de matices pesa mucho, y lo hace pronto. A nada, se destapa una curiosidad limpia y genuina, y descubrir el más allá que ampara la oscuridad se vuelve una pulsión lacerante. Solo la luz, una nueva y envolvente luz, es capaz de cambiar la forma de ver y comprender. Los colores lo son por fin, las palabras encuentran un nuevo significado, las razones que se desvelan apenas dejarán respirar.

Dejarse chocar y descubrir el halo de emoción propia ayuda a reencontrarse con la vida, a querer saborear más, a buscar con ahínco tantos lados de la verdad como dicte la intuición. Y ya no es posible parar. Cada día surgen nuevos motivos de acercamiento al papel, y la pluma se vuelve diligente hasta entregar un placer de extrañas secuelas.

Desde esta página se puede acceder a todas las entradas de este tema. El orden de las entradas que van a continuación de este texto tiene su propia partitura. Pero no hay hermetismos inútiles. La lista es, en cierto modo, cronológica, avanzando desde la imagen.

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